
No las puedes utilizar para comprar un café en la máquina de la oficina ni para pagar el parquímetro. Cuando acumulas muchas, deforman tus bolsillos pero no sumas ni un euro. Y si ves una en la calle, probablemente no te inclinarás para recogerla.
Varios países ya prescinden de las monedas de uno y dos céntimos. En Finlandia, desde el principio han decidido no acuñarlas. En Bélgica y Holanda, han preferido redondear los precios para que las monedas desparezcan de forma "natural". Y en Estados Unidos, un congresista lidera una lucha similar: quiere acabar por ley con el penny, la moneda de un céntimo de dólar.
¿Podría pasar lo mismo en España? Aquí esas monedas también son impopulares: según un estudio del Eurobarómetro (pdf en inglés), el 73% de los españoles desea la desaparición de la moneda más pequeña; en cuanto a la de dos céntimos, suscita el rechazo del 64%.
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